Cuando las prácticas artísticas convencionales colman el quehacer de un artista en formación, presiento que se produce, en algunas mentes inquietas, la necesidad de recurrir a ejercicios que renueven instantáneamente las motivaciones. Luego de haber forzado intereses pictóricos por gamas cromáticas tenues y azuladas, y no resultar victoriosa en dicha búsqueda, concluí que me decepcionaba profundamente la quietud de los cuadros; siempre aspiraba a que algo interesante ocurriese en ellos, pero la imagen siempre resultaba plana y fría. Fue entonces cuando descubrí que la textura de la pintura no bastaba y que la tecnología de los nuevos medios me aporta aquellos elementos ausentes en la pintura; que me apasionaba profundamente el movimiento y cómo podía congelarse el tiempo en una acción.
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